Panorama macroeconómico
La economía uruguaya registró un crecimiento real del PIB cercano al 3,1%, de acuerdo con estimaciones oficiales el año pasado. Para el 2025, las proyecciones se moderan ligeramente hacia un crecimiento aproximado del 2,8%, en línea con el desempeño estable y predecible del país. El Banco Central del Uruguay (BCU), prevé una expansión del 2,5% para ese año, junto con una inflación convergiendo hacia el centro del rango objetivo del organismo bancario del 4,5%.
El PIB per cápita, estimado en aproximadamente US$23.000 en 2024, se mantiene entre los más altos de América Latina, reflejando un nivel de ingreso y desarrollo económico superior al promedio regional, según datos del Banco Mundial y del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En materia de inversión, Uruguay continúa siendo un destino relevante para el capital internacional. De acuerdo con el Monitor de Inversión Extranjera Directa de Uruguay XXI la inversión extranjera directa (IED) alcanzó aproximadamente US$ 1.735 millones, el año pasado, uno de los valores más altos de los últimos años y evidencia del atractivo del país en sectores como energía renovable, forestal-celulosa, infraestructura y servicios globales.
Estas cifras evidencian que Uruguay es una economía madura y estable dentro del contexto latinoamericano: crecimiento moderado pero sostenido, instituciones sólidas, baja volatilidad macroeconómica y amplia capacidad para atraer capital externo. Para inversionistas internacionales, este entorno constituye un mercado de bajo riesgo comparativo, ideal para desarrollar proyectos de mediano y largo plazo con previsibilidad y seguridad jurídica.
Capital humano y competitividad: talento calificado al servicio de la inversión
Uruguay ha consolidado uno de los mercados laborales más estables y competitivos de América Latina, impulsado por un capital humano calificado, altos estándares educativos y una creciente especialización en sectores estratégicos como tecnología, manufactura de nicho y servicios globales.
Según datos del Ministerio de Economía y Finanzas, en 2024 el país registró una tasa de actividad del 64,3%, una tasa de empleo del 59% y un desempleo del 8,2%. No obstante, las cifras se han venido ajustando ligeramente: el Observatorio de Seguridad Social registró una tasa de desempleo de 7,4% hacia finales de 2024, y en junio de 2025 se estimó en 7,3%. Estos indicadores reflejan una fuerza laboral activa, con condiciones de empleabilidad estables y una demanda creciente de perfiles técnicos y profesionales.
El talento uruguayo se distingue por su alto nivel educativo y formación especializada. El país lidera la región en inversión en educación como porcentaje del PIB, y mantiene una sólida base de profesionales formados en tecnología, ingeniería, finanzas y servicios empresariales. Esta fortaleza se refleja especialmente en la expansión del sector tecnológico y de servicios basados en conocimiento.
De acuerdo con la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), el sector TIC facturó US$ 3.381 millones el año pasado, equivalente al 4,4% del PIB. Además, emplea directamente a unos 22.300 profesionales y genera entre 50.000 y 52.000 puestos de trabajo si se consideran los empleos indirectos e inducidos. La economía digital uruguaya está consolidada y el país se posiciona como un hub regional de servicios tecnológicos, soluciones nearshore, desarrollo de software y exportación de servicios basados en conocimiento.
Para los inversionistas, esto representa una ventaja estratégica: Uruguay no solo ofrece estabilidad macroeconómica, sino también un ecosistema de talento preparado para operaciones de alto valor agregado. El país se vuelve especialmente atractivo para proyectos vinculados con servicios globales, BPO/KPO, manufacturing especializado, fintech, industrias creativas, innovación e I+D.
Combinar inversión con capacitación, innovación y desarrollo de talento local puede generar retornos sostenidos y ventaja competitiva a largo plazo, fortaleciendo no solo los negocios, sino también las cadenas de valor y la inserción internacional del país.
Infraestructura y conectividad
Uruguay ha avanzado significativamente en su infraestructura logística, energética y digital, consolidando su posición como una plataforma de inversión clave en la región.
El Ferrocarril Central, que conecta Paso de los Toros con el puerto de Montevideo, es un proyecto de 273 km desarrollado mediante una Asociación Público-Privada (APP). En 2024 se cerró un financiamiento adicional de US$ 110 millones para este proyecto. Este tren ya está operando para transporte de carga, incluyendo envíos desde la planta de UPM.
En el ámbito digital, Uruguay ofrece una infraestructura muy competitiva: más del 80% de los hogares están conectados con fibra óptica (FTTH) y más del 90% de la población tiene acceso a banda ancha.
Además, en 2024 Google inició la construcción de un centro de datos en Canelones con una inversión de US$ 850 millones, lo que refuerza la confianza en el ecosistema digital del país. Este proyecto se beneficia del cable submarino “Firmina”, que conecta Uruguay con Estados Unidos y mejora la capacidad de transmisión de datos.
Para los inversionistas, este contexto abre múltiples oportunidades: parques industriales modernos, centros de datos de alto nivel, cadenas logísticas eficientes para exportación, proyectos de energía renovable y servicios digitales. Aprovechar la conectividad avanzada y la sinergia entre logística y tecnología puede marcar una diferencia estratégica al estructurar proyectos con alto potencial de escalamiento.
Sostenibilidad y criterios ESG
Uruguay se posiciona entre los líderes globales en términos de futura sostenibilidad: su alta cobertura de energías renovables, estabilidad institucional, políticas de cambio climático y foco en economía digital la convierten en un destino que cumple con criterios ESG.
Para inversores que buscan combinar rentabilidad con impacto sostenible, Uruguay representa una plataforma donde proyectos verdes, digitales e inclusivos pueden prosperar. Adoptar estándares internacionales de gobernanza, impacto social y medioambiental será un factor clave para acceder a financiamiento “verde” y diferenciarse en el mercado.