Potencia económica
China atraviesa una fase decisiva de reajuste económico tras la fuerte recuperación pospandemia. Si bien el país ya no crece al ritmo vertiginoso de décadas anteriores, su tamaño, resiliencia interna y capacidad de adaptación mantienen a la segunda economía del mundo como un actor central para los negocios globales. El año pasado, el PIB nominal alcanzó US$ 18,7 billones, consolidando su posición entre los mercados más influyentes del planeta.
El crecimiento real del año cerró cerca del 5%, impulsado por un repunte del consumo, una política fiscal orientada a infraestructura estratégica y un rebote gradual de las exportaciones. Esta combinación confirma una transición hacia un crecimiento más equilibrado, sustentado en estímulos selectivos, innovación industrial y un mercado interno cuya profundidad sigue siendo un amortiguador clave frente a choques externos.
En comercio exterior, China volvió a demostrar su potencia exportadora: en 2024 el volumen total de bienes comercializados alcanzó aproximadamente los 43,85 billones de yuanes unos US$6 billones, con exportaciones de 25,45 billones de yuanes. El superávit comercial reforzó la posición del país como pieza indispensable en las cadenas globales de suministro.
El mercado laboral mantuvo estabilidad, con un desempleo urbano promedio del 5,1% El año pasado. Para 2025, las autoridades han priorizado la expansión del empleo, la profesionalización del talento joven y el impulso a sectores de servicios y manufactura avanzada.
Capital humano y competitividad
China se ha consolidado como uno de los mayores reservorios de talento del mundo, impulsado por la expansión sostenida de su sistema de educación superior y la amplia disponibilidad de profesionales técnicos y científicos. Aunque las cifras exactas de matrícula universitaria nacional más recientes no están unificadas en una sola fuente oficial, las estadísticas disponibles muestran que el país cuenta con decenas de millones de estudiantes de educación superior y una producción anual masiva de graduados en ingeniería, ciencias, tecnologías de la información y profesiones aplicadas. Este volumen, junto con la elevada cobertura educativa en niveles primaria y secundaria, ha fortalecido su perfil como una economía con capital humano abundante, técnicamente formado y competitivo frente a mercados avanzados.
Informes internacionales sitúan a China dentro del grupo de “alto desarrollo humano”, reflejo de avances en educación, salud y nivel de vida. A ello se suma una política pública que ha priorizado la modernización educativa, inversiones en universidades de investigación y programas de vinculación industrial, lo que ha elevado la calidad del talento disponible para sectores estratégicos como manufactura avanzada, inteligencia artificial, energías limpias, biotecnología y servicios digitales.
Para los inversionistas, este entorno se traduce en una ventaja clara: acceso a una fuerza laboral amplia, técnicamente capacitada y con costos relativos aún competitivos. En un contexto donde la innovación y la productividad determinan la competitividad global, China continúa ofreciendo un ecosistema donde el talento, en gran volumen y especialización, actúa como un motor clave para la instalación de operaciones, centros de ingeniería, cadenas de suministro de alta tecnología y proyectos de expansión empresarial.
Infraestructura y conectividad: un ecosistema logístico y tecnológico de escala global
China se ha consolidado como una de las plataformas de infraestructura más avanzadas y completas del mundo, un activo estratégico que sostiene su competitividad industrial y atrae inversión extranjera en sectores de alto valor. El país combina una red logística de alcance continental con capacidades digitales y energéticas que permiten operaciones eficientes, escalables y tecnológicamente integradas.
En transporte marítimo, la nación alberga varios de los puertos más activos del planeta, incluyendo Shanghai, Shenzhen y Ningbo-Zhoushan, que figuran de manera recurrente entre los de mayor movimiento de contenedores a nivel global. Este liderazgo fortalece su posición como centro de reexportación y conecta sus clústeres manufactureros con mercados de Asia, Europa y América. A ello se suma una red ferroviaria que supera los 160.000 km y una red de alta velocidad que, hacia finales de 2024, rondaba los 48.000km, facilitando el movimiento interno de mercancías y reduciendo tiempos logísticos entre polos industriales.
La infraestructura digital es otro pilar de su competitividad. China se ubica entre los países líderes en despliegue de redes 5G, fibra óptica y centros de datos, elementos que sostienen tanto la manufactura avanzada como los servicios tecnológicos de nueva generación. En energía, el país opera una matriz diversificada que combina generación térmica e hidráulica con una expansión acelerada de fuentes renovables como son la solar, la eólica y el almacenamiento, que acompañan la modernización industrial y la digitalización económica.
A nivel estratégico, el gobierno continúa impulsando corredores económicos interprovinciales, zonas especiales, parques industriales y plataformas logísticas integradas, en línea con las iniciativas de modernización y upgrade productivo. Para los inversionistas, este ecosistema significa operaciones con menores costos logísticos, acceso ágil a mercados domésticos y globales, y una infraestructura habilitante para proyectos tecnológicos, industriales y de exportación. Aunque persisten diferencias regionales en calidad de infraestructura y retos de regulación y sostenibilidad, la base instalada del país sigue ofreciendo una ventaja estructural difícil de igualar en el entorno global actual.
China como inversionista global y arquitecto de conectividad
Desde hace una década aproximadamente, China pasó de ser un actor comercial dominante para convertirse en uno de los centros de inversión e infraestructura más influyentes del mundo. Su expansión internacional está marcada principalmente por la Belt and Road Initiative (BRI), también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, un ambicioso proyecto geoeconómico que ha redefinido las relaciones comerciales entre Asia, África, Medio Oriente, Europa y Oceanía.
Una red global de países y proyectos estratégicos
Desde su lanzamiento en 2013, la BRI ha sumado cerca de 150 países y más de 30 organizaciones internacionales que han firmado memorandos de entendimiento con China, según lo indica Green Finance & Development Center (GFDC, 2024). Esto la convierte en la mayor red de cooperación económica de su tipo en el mundo moderno.
La iniciativa abarca una profunda cartera de proyectos que incluye:
- Puertos estratégicos en África Oriental y el Mediterráneo
- Redes ferroviarias de alta capacidad entre Asia Central y Europa
- Autopistas, zonas logísticas y corredores industriales en Medio Oriente y el Sudeste Asiático
- Expansión de redes energéticas, plantas solares y gasoductos
- Parques tecnológicos y ciudades inteligentes
- Este ecosistema ha ampliado la influencia china en sectores clave como logística, energía, telecomunicaciones y conectividad digital.
- Flujos de inversión y contratos internacionales
En 2024, las empresas chinas firmaron contratos de infraestructura en países BRI por alrededor de US $70.700 millones, y la inversión directa no financiera superó los US$25.000 millones, según los reportes anuales del GFDC. Si bien el ritmo ha sido más moderado que en la primera etapa del programa, los flujos continúan creciendo en sectores de alto valor estratégico:
- Energías renovables (solar, eólica y almacenamiento)
- Infraestructura digital (centros de datos, cloud, 5G)
- Servicios logísticos y corredores multimodales
La red de acuerdos comerciales que refuerza su influencia
Más allá de la BRI, China también ha construido una arquitectura de acuerdos comerciales que potencia su integración global. Entre los que se destacan se encuentran:
- Tratados de Libre Comercio (TLC) con Chile, Perú y Costa Rica en América Latina
- Acuerdos con Nueva Zelanda, Singapur y Pakistán
También la nación ha establecido su participación en organismos y plataformas como:
- APEC
- Organización Mundial del Comercio (OMC)
- Acuerdo Comercial Asia-Pacífico (APTA)
- Organización de Cooperación de Shanghái (SCO)
- Zona de Libre Comercio ASEAN-China
El punto más relevante en esta estrategia es el Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), un mega acuerdo que reúne a 15 países (ASEAN + China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda). Con una economía combinada de US $26,2 billones, representa aproximadamente un tercio del PIB mundial, convirtiéndose en el mayor bloque comercial del planeta.
Un actor estructural del orden económico global
Como podemos observar este gigante asiático combina inversión estratégica, infraestructura, financiamiento, acuerdos comerciales y tecnología para fortalecer su posición como una potencia económica trans regional. Para los inversionistas, esto representa acceso a:
- Mercados en expansión
- Infraestructura superior
- Corredores logísticos integrados
- Oportunidades en energía, tecnología y manufactura
- Mayor conectividad con Asia-Pacífico, la región de mayor crecimiento del mundo
En términos geoeconómicos, pocos países han logrado construir un alcance global tan amplio y profundo en tan poco tiempo. China no solo participa en el sistema internacional: lo está reconfigurando.